El viernes 4 de octubre comenzaron los primeros actos de las VI Jornadas de Teatro de Frontera. La conferencia de Pedro Luis Esteso Carnicero fue muy ilustrativa, así como las dos exposiciones preparadas. Una, “El gesto”, preparada por d. Luis Hidalgo, dedicada a Caudete y la segunda “El Santo Niño de Valverde del Júcar. Historia, tradición y devoción entre Moros y Cristianos”, cuyo comisario d. Miguel Romero explicó de manera muy clara y concisa la importancia de los materiales expuestos.
Ya el sábado, y con un ligero retraso sobre el horario previsto, Pedro Agulló, presidente de la Comisión gestora de la Fundación Patronato de los Episodios caudetanos, anticipándose a lo que luego vendría, tuvo un recuerdo hacia Paco Doménech, y tras agradecer su asistencia a personas e instituciones, dio cuenta de los nuevos proyectos de esta Comisión, centrados casi en exclusiva en la puesta en marcha de la Fundación Patronato de los Episodios caudetanos.
La presidenta de la Asociación de Comparsas, Mª Isabel Úbeda, hizo votos para que este proyecto de fundación llegue a buen fin, deseos que se vieron refrendados por la concejala Amelia Mª Verdú, dando las gracias por el trabajo de todos, del ya conseguido, como es la declaración B.I.C., y como por los que quedan por alcanzar.
El dr. José Joaquín Caerols, director de las Jornadas de Teatro de Frontera, empezó su intervención proclamando, de manera muy gráfica, la mayoría de edad de estas Jornadas. Hoy es un proyecto ya consolidado, pero el camino de cinco años ha sido el fruto de muchas personas, por desgracia algunas ausentes hoy por diferentes motivos. Puso de manifiesto que, dentro de lo mucho que caracteriza a nuestros Episodios, una de los más interesantes y particulares es el modo y surtido de gestos que utilizan los actores como apoyo a su declamación.
El doctor José Manuel Ruiz, del C.E.U. – Madrid, con su ponencia “El gesto en los autores de preceptiva teatral del Barroco”, nos introdujo en la asunción que de los clásicos hace el teatro barroco. Los principios del teatro clásico, la preceptiva, ayudaban a trazar a los personajes pero, en ocasiones, los limitaba más que enriquecerlos. Esta preceptiva impone que los personajes deben adecuarse a su edad, sexo y ambiente. Eso pretendía facilitar al oyente la comprensión del personaje, resultando en algunas ocasiones que son lineales y sin posibilidad de evolución. Están encasillados y, a veces, caen en el inmovilismo, cosa que es refutada por otros autores posteriores. Así, se publican diversos libros sobre la importancia de los gestos en la comunicación, bien para potenciar el discurso o bien para censurar algunos por contraproducentes. Se ofrece todo un catálogo de gestos y la explicación sobre lo que significan.
El doctor Joseph Lluis Sirera, de la Universitat de València, nos habló de “Espectáculos barrocos y gesto escénico”, añadiendo algunas precisiones sobre la existencia de varios teatros, fijándose más en la percepción que el público hace que en el aspecto formal de una representación. En el siglo XVI el gesto escénico debía ser verosímil y creíble para el público asistente. Sin embargo, también aparecieron obras y géneros que se apartan de esa verosimilitud con el único fin de entretener a un público cada vez más exigente. En los gestos hay mucho condicionamiento cultural y social pero, al abandonar esa verosimilitud, los personajes pasan a ser creados e interpretados según la intención del autor y representación de actor de turno, que adapta su estilo en función del lugar de representación o público que asiste. Termina su documentada exposición encuadrando El Lucero de Caudete dentro del género de comedias de santos y en el subgénero mariano. De este tipo de comedias se puede saber la manera de interpretar de algunos personajes, pero de otros no. Concluye con una buena reflexión: “los gestos apoyan al texto, la paraverbalidad es un apoyo importante a la dicción, enriquecen la obra”.
El también doctor Javier Jacobo González, E.S.A.D. de Castilla y León, con su ponencia “El gesto en la tradición dramática caudetana”, nos explicó su visión de los Episodios. Nosotros, quizás por verlos toda la vida, no terminamos de ser conscientes de la joya que custodiamos y de la que somos responsables. En la representación todos se implican, en especial el público, que es parte fundamental, por su cercanía, de los Episodios. Esa complicidad se desarrolla en un ritual que otorga verosimilitud a lo representado, pese a lo breve de los medios escénicos. Fue muy reseñable su frase “el pueblo de Caudete es consciente de la tradición que posee, del texto y de los gestos”. Así, lo que a nosotros nos parece normal por haberlo visto siempre, se corresponde con la más pura preceptiva teatral. El ponente aventura una labor pendiente de explicar y de divulgación sobre lo que estamos haciendo. A la vez, se inició un debate sobre el posible futuro de nuestros Episodios.
La nota triste de las Jornadas fue el homenaje a Francisco José Doménech Mira, a Paco. De él se dijeron muchas cosas, todas verdaderas y, quizás, escasas. El doctor Miguel Requena, amigo y compañero en la edición crítica que se prepara, nos acercó a su lado más humano y entrañable. Por su parte, Javier Huerta, compañero en sus estudios en Madrid, excusó su asistencia pero nos hizo llegar sus sentidas palabras que José Joaquín Caerols, director de las Jornadas de Teatro de Frontera, sólo pudo refrendar, a la vez que exponer una serie de proyectos de investigación que esta Comisión, y la Fundación luego, en su caso, tiene intención de iniciar.
Tras un breve resumen de Joaquín Mollá, secretario de las Jornadas de Teatro de Frontera, de lo acontecido y las palabras de d. José Miguel Mollá, alcalde de Caudete, se clausuraron estas 6ª Jornadas, no sin invitar a los presentas para visionar el documental “Decorum. Los personajes y sus gestos en el teatro de Moros y Cristianos”, con guión de d. Luis Hidalgo y realización de d. Juan Requena.